Me ha pasado mas de una vez de mirar mis fotos y encontrarme de pronto llorando recordando un momento determinado…
Este es una de mis fotos preferidas, de cuando me converti en mamá, mi compañero Nicolás las hizo en medio de un torbellino de emociones y gente que le decia que agarrara la cámara… nunca me van a dar las palabras, ni la vida, para agradecerle el haber levantado la cámara en ese momento… esa foto es mucho más que una imagen, esa foto es del instante en que cambió todo en mi universo, y sin lugar a dudas de un momento sumamente primal.
Esa foto es testigo, documento e impronta de ese segundo en que todo cambió. Mi relato sobre ese momento y hasta el discurso sobre la maternidad que me atraviesa, está anclado a esa foto. Es como si la experiencia y el registro se volvieran indivisibles.
Las imágenes que siguen son los primeros encuentros, los primeros olores y se las debo una vez mas a mi compañero… si hay algo que recuerdo nítidamente es haber olido a mis hijos de forma muy instintiva, recuerdo lo que ese olor generó en mi sistema, una explosión. Todavía lo pienso y me estremezco… un momento en el que no medió pensamiento, un momento en el que solo estaba la certeza del encuentro único, del cambio para siempre, de la euforia absoluta y la calma ante la unión.